sábado, 6 de noviembre de 2010

Los Pies en Plato

El Hombre en sí, es un Ser contradictorio. Vive decidiendo entre opciones opuestas a cada instante de su vida. Si no decide, se paraliza. No acciona. No vive.
Y la toma de posición lo ubica muchas veces en veredas opuestas y hasta incompatibles con su propia línea de pensamiento. Incoherencias inexplicables para un Ser racional, aunque podrían ser muy pertinentes como parte del instinto de supervivencia animal que todos llevamos dentro (algunos de modo más exacerbado que otros).

Hace unos años, trabajando en un empleo que nada tiene que ver con el periodismo, un ocasional compañero de trabajo me comentaba que hacía cuatro meses que había vuelto al país, después de haber residido durante seis años en EEUU. Mi pregunta fue casi instantánea…
-¿Qué fue lo que te hizo decidir regresar?
- Allá tenía todo –me respondió- . Trabajo, vivienda, vehículos, educación para mis hijos, esparcimiento, paisajes bellísimos.
¿Pero sabés qué? –Me cuestionó- Todo era demasiado aburrido, planificado, sin adrenalina. En EEUU llegaba el mes de Octubre y proyectabas las vacaciones. Pero no las de ese año, sino la de dos años después. Porque las de los meses siguientes, ya las tenías pautadas dos años antes!!! Extrañaba vivir al día, decidir sobre la marcha, que la vida tenga emoción y eso sólo pasa en Argentina.

La respuesta era rara. Pero para quien habita en nuestro país, la descripción no resulta para nada discordante con la vivencia. Sin dudas que aquí las cosas cambian de manera vertiginosa y de modo inexplicable: Precios, modas, gustos, leyes y hasta las nomenclaturas de los Partidos Políticos (que siempre son los mismos).
Por supuesto que en este espacio hablamos de política… y sin remontarnos a un pasado muy lejano ¡¿Cómo se siguen inventando “ismos”?!: Menemismo, Duhaldismo, Kirchnerismo, son Peronismos repersonalizados. Delaruismo, Alfonsinismo (Ricardismo, hoy), Cobismo, son Radicalismos apellidados.
Leyendo biografías de algunos representantes de los partidos más importantes, muchos de ellos dirigentes en funciones en el Estado desde hace varios años y otros en la oposición desde hace tiempos similares, encontré (¡ojo! no me creo merecedor del Pulitzer, ni mucho menos) y pensé bueno compartirlo y refrescarlo; gente que ha pasado por todos los “ismos” de sus partidos –y a veces de otros- sin importar si la corriente cambia de mano, defendiendo a capa y espada conceptos tan opuestos como la teoría de Lombrozo y los Derechos Humanos.
Vamos a dar dos nombres como ejemplo y siempre considerando el planteo inicial de esta reflexión: El hombre es contradictorio por naturaleza.
Miguel Ángel Pichetto tiene 60 años y desde 1983 está en la función pública. Fue parte del Cafierismo, del Menemismo, del Duhaldismo (desde la presidencia del Lomense es presidente del bloque de Senadores) y ahora en el Kirchnerismo. Y díganme ustedes si entre los cuatro “ismos” mencionados hay diferencias o son la misma cosa. Si es lo segundo, no se entienden las críticas que entre ellos mismos se propinan. Una vez, Gerónimo “Momo” Venegas (Peronista –no se de que rama, quizá Duhaldista- dirigente sindical) me dijo: - “No te equivoques. Pichetto siempre es oficialista…”
Elisa Carrió tiene 53 años y desde 1994 está en la función pública electiva (tuvo un paso por el Poder Judicial de su provincia natal -Chaco- durante la dictadura). Militó y fue electa legisladora por el Radicalismo, luego participó de la Alianza, más tarde fundó su partido ARI y ahora conformó otra Alianza de partidos denominada Coalición Cívica que, a su vez confluye en el llamado Acuerdo Cívico y Social junto a otros partidos políticos. ¿Existe una línea de coherencia en su trayecto? Pasó de ser miembro la APDH a negar que la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay haya hecho desaparecer personas. Alguna vez escribió Jorge Fontevecchia en la contratapa de su Diario Perfil: “Lo suyo no es ganar y menos gobernar”. Parece que su lugar siempre será ser oposición.

Pero al borde de las comparaciones, parece que una vez que se ponen los pies dentro del plato, hay que hacer equilibrio en ese plato. O pisar con un pie en un plato y otro plato con el otro pie hasta decidir poner de nuevo ambos en uno. Aunque lo que es seguro, es que si se dejan fuera, es casi imposible volver a subirse.
Quien entró a la política “armoniza” sus ideas en pos de no quedar afuera. Por algo nadie se fue cuando en 2001 todos gritaban “que se vayan todos”. Hicieron equilibrio en el juego de platos de la política y mantuvieron los pies adentro. En el oficialismo o en la oposición, más allá de los “ismos”. Conservando la idea de que Argentina tiene la adrenalina de lo impredecible pero con prácticas conservadoras envueltas en discursos progresistas.

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