sábado, 25 de septiembre de 2010

La Revolución de la Izquierda y la Derecha

En la Francia de 1789, una clase con representación política decidió revolucionar las formas de Poder y eliminar el “derecho divino” de pertenencia a una Casta, para instaurar la “propiedad privada” y el concepto de economía como determinante histórico social.
Esta clase, la Burguesía, conformó el llamado “Tercer Estado” (después de la Realeza y la Nobleza), comenzando a tomar las decisiones en una nación que dejaba de ser monárquica para comenzar a ser una república en su etapa embrionaria.
Toda la Burguesía era revolucionaria -aunque con matices- respecto de la Monarquía. Todos querían erradicarla, terminar con los privilegios de las castas. Y también la mayoría de los burgueses no querían que los estratos más bajos de la sociedad tuvieran los mismos derechos que ellos. Revolucionarios en busca de privilegios propios.
Es en este marco en el cual surge la denominación o división entre Izquierda y Derecha. La Asamblea Nacional (Sólo representada por la Burguesía –Ellos se consideraban la Nación-) tenía entre sus representantes a dos clubes (origen de los partidos políticos): Los Girondinos –por pertenecer a una burguesía acomodada de la zona de la Gironda, al sur de Francia- y los Jacobinos –generalmente parisinos profesionales y comerciantes llamados así porque se reunían en el Convento de los Jacobinos para sus mítines políticos-. Los primeros se ubicaban en el sector Derecho de la Asamblea y los segundos, en el Izquierdo; por eso, para dar la palabra, quien presidía la Asamblea se refería a la Izquierda o a la Derecha. Quienes estaban a la Derecha eran “moderados” por lo que se los tildó de conservadores, mientras quienes estaban a la Izquierda eran más “radicales” y por tanto más progresistas. De allí la sinonimia de nuestros tiempos.
No hay mucha diferencia entre aquello y esto, entre la historia y el presente en cuanto al egoísmo humano. Izquierda y derecha pertenecen al mismo cuerpo y muchas veces no se sabe con cual de las dos patea mejor, si es ambidiestro (o ambisiniestro), si patea con las dos o gambeta con una y hace el caño con la otra.
A veces se confunde y esta sinonimia de la que hiciéramos referencia dos párrafos atrás, pareciera no tener ningún sentido. Si el ejemplo fuera “violencia y autoritarismo”, no habría ninguna margen de error e, indudablemente, se trata de una estructura de “Derecha”. Sin embargo, existieron Mao y Stalin, y hoy existe Chavez. Si razonáramos un segundo, “violencia y autoritarismo” no son buenos de ningún modo, más allá de Izquierdas o Derechas. Entonces… ¿Cuál es la diferencia entre Izquierda y Derecha? Parece que sólo una ubicación espacial. Lo que no encuentra espacio concreto es el “Sentido Común”, ese en el que concuerdan la mayoría de la gente. Y no hablo del 50 más uno por ciento, mayoría es casi una totalidad.
La historia la escriben los que ganan, pero nunca gana la gente, nunca las mayorías. Sin embargo, los que la escriben porque ganan, ganan gracias a las mayorías.
Los proyectos políticos que triunfan y sus dirigentes responden a intereses corporativos. Cuando una parte importante de esos intereses, o las promesas de responder a esos intereses, se compatibilizan con los de la mayoría de la gente, llegan al Poder. Pero aquellas inquietudes de las clases dirigidas que son conflictivas o pueden poner en tensión los intereses de las corporaciones que representan los dirigentes en el Poder, se corporizan en la opinión pública, deja de haber compatibilidad y confrontan con intereses de otras corporaciones que, a partir de sus dirigentes, buscan el acceso al Poder para responder a sus señores, utilizando las mismas promesas que sus antecesores.
Así hemos escuchado e intentado comprender conceptos o frases como “Revolución Productiva”, “Justicia Social”, “Redistribución de la Riqueza”, “Con la Democracia se Come, se Educa y se Cura”, “El que apuesta al Dólar, pierde”, “Trasvasamiento Generacional”, “Ingreso Universal a la Niñez”, “Somos el Primer Mundo”,
“La Argentina es un país condenado al éxito”, “La casa está en orden”, “Si quieren venir que vengan que les presentaremos batalla” e infinidad de aforismos discursivos floridos para endulzar oídos de ingenuos creyentes de verdades de un minuto.
En las grandes potencias, además de priorizar la educación como apuesta al futuro de prosperidad (saben que sin inteligencia no hay progreso), suelen alternarse representaciones políticas más o menos conservadoras, o más o menos progresistas (Léase Demócratas y Republicanos, Conservadores y Laboristas, Popular y Socialista, y pueden seguir las firmas). Sin embargo, las naciones siempre tienen el mismo rumbo: avanzar mejorando hacia el futuro.
Hoy hay muchas derechas y muchas izquierdas. Izquierdas que funcionan como derechas o al revés. El hombre tiene hemisferios, el planeta tiene hemisferios. Sin extremismos ni acusaciones berretas. El mundo sigue girando y, según en qué lado quieras pararte con “Sentido Común”, la Revolución será de Izquierda o Derecha, de ambas o no será Revolución.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Paga el que sigue

¿Quién de ustedes se acuerda de la película Cadena de Favores? Soberbias actuaciones de Kevin Spacey, Helen Hunt y Haley Joel Osment (el chico de Sexto Sentido) sobre la idea solidaria que surge en un niño de hacer favores a tres desconocidos, que –a su vez- se comprometían a hacer lo mismo con otros tres, dejando en el aire la frase “Paga el que sigue”. Más allá de discernir entre culpas y responsabilidades, se planteaba la tarea de los mayores por forjar en las futuras generaciones la idea del compromiso por el cambio (no del espacio político que lleva ese nombre, ¡eh!), por mejorar lo que se salió del cauce a partir de una idea sencilla.
La creatividad en la búsqueda de soluciones a problemas complejos, era el principio objetivo de la política educativa hacia la apatía de los preadolescentes por el futuro. No vamos a hacer un planteo filosófico acerca del sistema educativo argentino (ya que a la vista de todos está expuesto su diagnóstico) pero sí de esa idea, que al igual que en el film referido, flota en el ambiente: “Paga el que sigue”.
Lamentablemente aquí no tiene que ver con solucionar inconvenientes que otros no pudieron solucionar o con el altruismo de hacer favores, sino con expiar culpas de lo que no se puede o lo que no se va a hacer. Y, de este modo, parecemos atrasar treinta años. “El que sigue” llega treinta años después, media vida o un tercio de vida después (según cuál sea nuestra expectativa de vida). Los Gobiernos plantean como política de Estado la resolución inmediata de algo que pasó hace tres décadas como si lo que estamos viviendo hoy fuera directamente consecuencia de aquello, utilizando paliativos para lo que ocurre ahora. ¡Ojo! No digo que no hay que corregir, juzgar y condenar las inmoralidades y dejarlas impunes. Es más que necesario hacer justicia. Lo que es inconcebible es que las inmoralidades de hoy las “pague el que sigue”
Chistian Ferrer, un loco lindo y anarquista que fuera profesor mío en la UBA, explicaba con voz grave y susurrante la idea de progresión como la suma de un número más el mismo número, y realizando la misma operación con cada resultado obtenido progresivamente. Siempre el doble del número resultante. De ese concepto matemático surgió la idea político-económica de progreso: Siempre sumar el doble. Progreso implica futuro, proyección, planificación común, idea de logro.
Ahora… ¿Cómo se compatibiliza la idea de “Progre” con el revisionismo del pasado sin tener en cuenta el presente? ¿La progresión es sobre el pago del que sigue?
¿Cuánto hace que no se acuerda un proyecto de país? Escuchamos debates “de cuarta” en Congresos y Legislaturas en los que, el fondo de la cuestión es quiénes hablan primero y por cuanto tiempo. Y, durante los supuestos discursos de fundamentación, menos de la mitad de los integrantes de las Cámara están presentes escuchando las argumentaciones. Las posiciones están tomadas y son irreductibles. No hay debate, hay exposiciones con decisiones adquiridas previamente en las roscas de despacho o de pasillo.
¿Cómo se pueden consensuar aspectos comunes para un Proyecto de País de esta manera? Y nadie cede un centímetro (o un centavo). La confrontación es total. La guerra es total pero la sangre que corre es ajena. La dirigencia está a salvo buscando la manera de mantener su espacio de poder, cuando no de ampliarlo.
La idea de progreso sigue siendo para unos pocos que no pertenecen a la clase pobre, media pobre, clase media ni media media. El progreso siempre es de los mismos y cuando parece que viene un tiro para el lado de la justicia, hay tufillo a trampa.
Echar la culpa es el deporte predilecto, y si el supuesto culpable ya no está, mejor.
Siempre me pregunto ¿Vivirá Menem el tiempo suficiente para ser juzgado por sus delitos?¿De la Rua?¿Duhalde?¿Kirchner? ¿Qué tan responsables son? Calzarse la banda y el bastón y sentarse en el Sillón de Rivadavia no debe ser tarea fácil ¿de acuerdo? Estar al frente de algo no es tarea fácil y es plausible de errores. Pero pocos padres educan a sus hijos sin ideas convincentes (pueden ser malas o buenas, pero creen que son lo mejor y más valioso para ellos). Allí radica la responsabilidad del poder: en el poder hacer sin esperar que “pague el que sigue”. Hagan el favor.